Sabía que ya los tenía engarzados… o muy pronto los tendría.
Llevaban tiempo sin acción al no poder salir de la base, así que pensaban aprovechar muy bien esta. Sin embargo la mujer de Ted no estaba, ni las amiguitas que ésta había ofrecido, así que el hombre para no quedarle tan mal a los panas lo llevó a ver cintas porno en su cuarto. Estaban tan calientes que la cosa se puso tensa rápido. Los sobos y las miradas de unos a otros, tíos grandes, jóvenes y guapos, calientan al máximo a Ted, quien baja sus ropas justo cuando en la pantalla una hermosa catira come de lo lindo. Sus amigos, paralizados, lo miran… muy poco ya que sus ojos caen como dardos sobre el falo.
-¿Quieren de verdad gozar…? ¡Vengan a mamar! –iba a ofrecerlo por turnos, pero los marines siempre atacan en grupo, así que dos lenguas, dos bocas ávidas, se lanzan sobre lo suyo.
Julio César.
julio 13, 2009 en 12:36 am |
y yo tengo able de ese guevo sabroso k espero saboria mui pronto