El futuro llegaba… metiéndose por esos culos.
Todo problema se resolvía en un mar de ropas transpiradas y suspensorios mojados. Las rivalidades entre las dos oncenas eran como las de sus países, y para no ir a una lucha armada, se recurría al futbol. Se jugaba con honor y quien perdía, pagaba. Ahora todos acusaban al joven defensa del equipo sueco de botar el juego, por eso cuando el holandés vino a cobrar, los compañeros hicieron un hueco para que el victorioso rival se la metiera duro y a fondo por ese hueco sudado. Pero fue galante, no fue que llegó y se lo cogió. Se abrazaron sobre las mojadas baldosas, se besaron mientras los calzoncillos usados caían sobre ellos. El holandés le quitó el sudor del culo a fuerza de lamidas, y después, gentil, lo hizo su perra. Y el joven sueco chilló, rojo de mejillas, pagando su deuda con el equipo y su país… con mucho gusto y buenas apretadas de su culo sobre el falo extranjero.
Julio César.
octubre 8, 2012 en 3:36 am |
wow, que historia más caliente, buenisima.